La conciliación debe ajustarse a cada persona y a cada momento de su vida

Condiciones de Vida | Matrimonio y Familia |

(ABC). Al margen de las numerosas críticas por la ocurrencia de la dirigente de Podemos, Carolina Bescansa, de llevar a su bebé al Congreso, lo que sí ha logrado es que durante estos días se hable de conciliación. Eso sí, «llevarse a los hijos al puesto de trabajo, no es conciliación», asegura José Luis Casero, presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arohe).

Conciliar es un derecho fundamental, así considerado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. «Significa que la mujer pueda seguir trabajando sin renunciar a ver a sus hijos o mayores dependientes como consecuencia de las jornadas laborales irracionales –asegura Casero–.Implica que la mujer no vea reducidos sus ingresos por ser madre; que no la pregunten en la empresa si está casada, tiene o piensa tener hijos; queel varón pueda y deba tener permiso de paternidad acorde con su responsabilidad con la descendencia...».

España, sin embargo, es el cuarto peor país de Europa en conciliación, despues de Luxemburgo, Malta y Chipre, según un estudio de Eurostat. Más datos. El 45% de los españoles asegura –concluye el barómetro del CIS de marzo de 2014– que le es difícil realizar sus tareas familiares, puesto que el 36,6% tiene menos de tres horas libres al día. Por si fuera poco, otro barómetro, en este caso de Edenred-Ipsos, afirmaba el año pasado que el 65% de los empleados se sienten requeridos fuera de su horario de trabajo.

 

De ser un tabú a convertirse en una realidad

A pesar de los datos, María Sánchez-Arjona, presidenta de la Fundación Máshumano, se manifiesta optimista al asegurar que la conciliación ha pasado de ser un tema tabú, ignorado o complejo de abordar por las empresas, a ser una realidad que se contempla en la estrategia de gestión y de negocio de las organizaciones que han entendido que hoy es una demanda de hombres y mujeres que necesitan armonizar las distintas esferas de su vida personal y profesional. «Hay que entender la conciliación desde un sentido amplio y referido al desarrollo pleno de las personas en todos los ámbitos (trabajo, familia, ocio, estudios, etc..) con el fin de mejorar el bienestar, la salud y la capacidad de trabajo personal».

En su opinión, las soluciones van más allá de amplios programas de medidas concretas que dan respuestas a situaciones puntuales y específicas. «Las necesidades de conciliación son diferentes en cada persona y en cada momento de su vida, por eso, la mejor solución es trabajar con condiciones de flexibilidad para que los empleados, siendo responsables en el cumplimiento de los objetivos de productividad fijados por la empresa, puedan organizar su tiempo y espacio de trabajo armonizándolo con las necesidades personales y familiares».

Convencer al empresario de los beneficios

El problema es que la mayor parte de nuestro tejido empresarial está formado por pymes y las medidas conciliadoras no están implantadas de las misma manera que en las grandes organizaciones, que llevan la delantera. «Sólo en sectores concretos como servicios lo hacen –señala Mar Aguilera, directora de la Fundación Alares–, pero en las empresas más productivas, la conciliación aún no ha llegado. Al pequeño empresario hay que convencerle de todas las ventajas que supone para su empresa: mayor productividad, compromiso, menos bajas laborales..., o evitar que sus trabajadores se marchen a la empresa de enfrente porque están más cómodos. Facilitar la conciliación –matiza– no implica siempre un coste como ocurre al implantar medidas de flexibilidad horaria».

Según una reciente encuesta de Deloitte sobre las motivaciones de los millennials, la primera respuesta (excluyendo el salario) sobre las principales razones para elegir trabajar en una compañía, es la posibilidad de equilibrio entre la vida personal y profesional. En este sentido, María Sánchez-Arjona confía en que los millennials, que serán los futuros líderes de nuestras organizaciones, apuesten por modelos de gestión «donde la persona y su desarrollo integral sean una prioridad y la clave para lograr equipos responsables, comprometidos y productivos».

Pero hasta que llegue ese momento, y mientras los expertos reconocen que queda mucho camino por hacer, también apuntan que las empresas se están esforzando por proponer soluciones. Además, cada vez resultan menos inéditos los casos de hombres que piden jornada reducida o días de baja por el nacimiento de un hijo. «Aún así, en este punto –asegura Aguilera– hace falta el apoyo de las compañías, pero sobre todo de los propios compañeros para que no califiquen como un “bicho” raro o “poco hombre” a aquel que se beneficie de estas medidas».

La directora de la Fundación Alares explica que para que en en España haya más medidas de conciliación hace falta, en primer lugar, un cambio cultural «porque los hombres no están acostumbrados a la corresponsabilidad de sus responsabilidades ni las mujeres a dejarles que lo hagan», señala Aguilera. También matiza la necesidad de un mayor apoyo e implicación de las empresas y, en tercer lugar, una mayor accesibilidad a los servicios que deben ser profesionales y de fácil acceso (más económicos) para el cuidado de las personas dependientes o para que se puedan hacer trámites de manera online sin necesidad de acudir personalmente, que haya mayores descuentos, se pueda desgravar el IVA...».