Los padres responderán por el coma etílico de sus hijos

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«Mamá, me voy con mis amigos a dar una vuelta». ¿Cuántas veces se habrá escuchado esta frase en los hogares españoles? Tantas como mentiras se esconden detrás de esa salida inocente. Y es que, como afirman muchos expertos, los padres no saben a donde van sus hijos. De ahí que les sorprenda la llamada de un hospital que les informa de que su hijo ha ingresado esa misma noche con un coma etílico. El Gobierno quiere atajar este tipo de casos a través de la futura norma para prevenir el consumo de alcohol entre menores. Aunque el borrador aún está en fase de elaboración, el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (PNSD), Francisco Babín, adelantó ayer que su intención es implicar a los progenitores en este problema. «Estamos valorando la posibilidad de responsabilizar a los padres de los menores que acuden de forma reiterativa a las urgencias», explicó durante la rueda de prensa en la que presentó la nueva campaña «Los que no» que busca sensibilizar a los menores para que no se inicien en el consumo de alcohol.

En lo que se refiere al problema semanal al que se enfrentan las urgencias, los facultativos discrepan de la «alarma» que ha generado Babín en torno al número de menores reincidentes. «Considero que las evidencias desmienten este hecho. Los fines de semana llega algún chaval intoxicado pero, tras un susto descomunal, no les volvemos a ver», afirma Juan González Armengol, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias de Madrid (SEMES–Madrid). De acuerdo con Armengol, que ejerce su trabajo en el Hospital Clínico de Madrid, «los padres tampoco deberían pagar una multa después del susto que se pegan cuando llegan, de madrugada, al hospital. Es más, no hay ningún estudio que indique que por sancionar a los padres disminuya el consumo de alcohol». En lo que se refiere a supuestas avalanchas de menores en coma etílico cada viernes y sábado, González Armengol tampoco lo apoya: «Sólo se dan en determinadas fechas: en Fin de Año y alguna fiesta clave, pero lo habitual es que la experiencia les haga escarmentar».

La edad media de inicio en el consumo de alcohol es 13,7 años. Y es que «en estas edades, el abuso produce problemas orgánicos y psicológicos, fracaso escolar y conflictos familiares», explicó Raúl Izquierdo, psicólogo y director técnico de Asociación Dual, institución que ha puesto en marcha este proyecto que, como apuntó el delegado del Gobierno «se financia con los bienes incautados del narcotráfico», una medida que el Ejecutivo anunció hace unos meses.

El problema del alcoholismo entre los más jóvenes «no es nuevo –insiste Izquierdo– pero es importante que dentro de la propia familia no se banalice y se mejore la comunicación entre padres e hijos». Tanto los psicólogos como los terapeutas familiares ven como un problema claro «el despiste que tienen los padres con lo que hacen sus hijos», añade el especialista.

Para evitar sustos nocturnos, el delegado del Gobierno también planteó la puesta en marcha de cursos mixtos de educación sobre el consumo de alcohol «en los que se impliquen el infractor y su familia». Así, si la Policía «pilla» a un menor haciendo botellón en la calle, podría ir acompañad o de sus progenitores a clases de «reeducación». Hasta hace un año, en la mayoría de las comunidades autónomas, los infractores podían sustituir la multa por la asistencia a un curso de sensibilización. Pero las administraciones han comprobado que este mecanismo no es efectivo y se eliminó esta posibilidad. En la futura norma, el Gobierno no pretende que «el curso conjunto sustituya a la sanción entera, pero sí que se reduciría parte de la multa», si la familia acude a estas lecciones. Uno de los ejemplos que el Ejecutivo está pensando imponer es el que lleva el Instituto de Adicciones de la Comunidad de Madrid, que ya cuenta con este sistema mixto y «que está dando muy buenos resultados», aseguran desde el PNSD.

Tanto esta propuesta como la intención de sancionar a los padres de los menores que acuden con asiduidad a las urgencias deja en evidencia la falta de comunicación latente entre los hijos y sus progenitores. «Los padres trabajan mucho y no conocen a sus hijos. No se enteran de lo que hacen. Y es que criar es una batalla de poder», afirma Francisco Derqui, psicólogo y secretario de la Asociación Madrileña de Terapia Familiar. Y va más allá: «Detrás de un coma etílico en edades tan precoces siempre hay un problema familiar de fondo. Algo no funciona bien». A lo largo de su labor profesional, el experto ha comprobado que «la familia es fundamental para la intervención y para evitar que los menores se conviertan en adictos». No sólo al alcohol, sino también a las drogas y, en especial, al cannabis. Un estupefaciente que el director de Asociación Dual considera muy adictivo «y al que no se le da suficiente importancia. En los círculos de amigos, fumar un porro llega a ser algo habitual y no debería ser así».Volviendo a los menores, sobre los que, según Balbín, «la Delegación del Gobierno tiene enfocados la mayoría de sus esfuerzos», Derqui asegura que «si no tuvieran problemas en el seno de su casa, tras una primera borrachera, no repetirían. Es más, en el 80 por ciento de los casos en los que los menores acaban en un coma etílico sábado tras sábado existe, de fondo, un problema de pareja entre los padres». El adolescente se refugia en el alcohol porque «no aguanta las discusiones de sus padres, la falta de armonía que existe entre ellos», añade el terapeuta. Además de la importancia de los padres en la concienciación de los menores, Francisco Babín también adelantó otras de las ideas sobre las que trabajan para la futura norma. El control de la publicidad en las redes sociales e internet es una de ellas: «Tenemos que conseguir que la publicidad de bebidas alcohólicas no llegue a menores». Sin embargo, Twitter, Facebook o Tuenti –los espacios en los que se mueven los adolescentes– carecen de un marco regulador a este respecto. De ahí su complejidad. «En la Unión Europea tampoco existe un control en este marco y deberíamos impulsarlo», apunta el delegado. El etiquetado de las bebidas espirituosas y su disposición en los supermercados son otros dos puntas de lanza de la futura norma.